Wednesday, June 28, 2006

Ausencias

Mis planes de pasar dos semanas en mi casa se han ido al carajo por culpa de inmigración, que necesita casi tres meses para emitir un tonto papelillo, grrr. No he sido muy afortunada en el despartamento de las ilusiones en los últimos días.

Estoy por cumplir un año viviendo aquí, un año lleno de cambios drásticos, de ajustes y de nostalgias. La lista de cosas que están ausentes de mi vida es larga: familia, amigos, los pequeños placeres de la vida en casa.

Pienso en Beb constantemente como la ausencia más díficil de sobrellevar; me pongo triste a veces, sobre todo cuando me descubro pensando (sin pensar): "Le voy a decir a beb..." y me tengo que recordar que no está.

La ausencia es relativa, no cabe duda, porque mi hermanito se las ha arreglado para andarnos rondando en sueños. Es chistoso, porque en sueños él se porta como si nada, y somos nosotros los que nos paralizamos pensando; "pero beb está muerto", incluso los más educados se han tomado el tiempo de hacerle la aclaración. La noticia parece no impactarlo demasiado, el sigue en lo suyo: igual que siempre, dejándose querer. No parece tener conciencia de que nos ha hecho falta, del tiempo que ha pasado desde que no está y sobre todo, de la permanencia de su ausencia física.

En sus apariciones estelares, sigue concentrado en lo suyo: llamar por teléfono a sus amigos, comerse una orden de tacos al vapor, impactarme con sus camisetas, e incluso en el más críptico de mis sueños; darme una lección acerca de la incorporéidad de la carne (¡!), que ilustraba metiendo y sacando tijeras de todos tamaños de una de sus piernas ante una hermana escéptica.

La verdad es que todos estamos ausentes de una forma u otra de la vida de las personas a las que queremos. Concentrados en el día a día. Cuando nos reencontramos con alguien, no hacemos un despliegue de afecto excesivo, 1. porque resulta inapropiado o 2. porque pensamos que tendremos la oportunidad de despedirnos en caso de que esa ausencia se perfile para ser permanente.

Lo que dejamos atrás cuando morimos son instantes en la memoria de los otros, que se van acumulando hasta que decidimos hacer un discreto o drámatico mutis de este mundo. Que mejor que esos instantes sean agradables, porque ante la ausencia las personas se aferran a esos momentos compartidos, ante el misterio de la muerte y el no saber si vamos a ver de nuevo a los que han partido antes que nosotros.

Entiendo el desinterés de beb, de seguro sabe que nos volveremos a ver y prefiere mantener el glamour. Nadamás uno, que no sabe de esos misterios anda haciendo osos....

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